Actividad semana de 24 al 27 de Marzo
¿Cuales son los órganos sensoriales de los peces?
La evolución ha dotado a los animales de unos órganos sensoriales que les informan sobre lo que sucede a su alrededor para, de esta manera, reaccionar apropiadamente ante una gran variedad de situaciones. En los peces, los sistemas sensoriales tienen unas características muy especiales. Las propiedades físicas del agua imponen unas restricciones, aunque en comparación con el aire, el agua puede ser un medio favorable par algunos sentidos. La visión es el órgano que provee al pez de información acerca de la disposición espacial de su entorno, y es sin duda uno de los más importantes. La mayoría de peces tienen que ver el alimento que comen, o si es el caso, el señuelo del pescador, antes de morder. Pero cuando las condiciones de visibilidad son reducidas, como ocurre en aguas profundas o muy turbias, la línea lateral de los peces puede detectar vibraciones a más de 3 metros de distancia, cobrando una creciente importancia. Otros órganos sensoriales también son importantes en condiciones de baja visibilidad. El oído permite a los peces detectar el sonido producido a gran distancia y el olfato les confirma o desmiente que aquella presa potencial que no acaban de ver con claridad es realmente un alimento. Puesto que las ondas sonoras se transmiten a largas distancias en el agua, inicialmente el pez es incapaz de distinguir claramente la fuente de tales vibraciones. Cuando la proximidad a la posible presa es lo suficiente para ser distinguida con la vista, este sentido pasa a tomar el mando de las operaciones.
“Los peces tienen excelentes sentidos de la vista y olfato y un exclusivo sistema de la línea lateral, que con exquisita sensibilidad detecta corrientes de agua y vibraciones proporcionando un tacto a distancia en el agua” (Hickman, 2009).
Órganos de los sentidos de los reptiles
En la mayoría de los reptiles la visión es un sentido bien desarrollado, ya sea lateral o binocular. Hay reptiles con una visión limitada como las tortugas y otros con una visión muy desarrollada, como el camaleón, el cual presenta uno de los sistemas oculares más desarrollados de la naturaleza.
Los ojos de los reptiles presentan una amplia gama de colores, y según los hábitos presentan variaciones en la forma de la pupila. En el caso de organismos nocturnos como algunas especies de serpientes y lagartos la pupila es elíptica. En organismos de hábitos completamente diurnos las pupilas son generalmente redondas.
En la retina encontramos otra diferenciación con respecto a los hábitos de vida. En reptiles nocturnos se encuentran generalmente gran cantidad de bastones, los cuales son células encargadas de absorber la luz proveniente del medio. En el caso de reptiles de hábitos diurnos, la cantidad de bastones disminuye y se encuentra una mayor cantidad de conos, los cuales son otro tipo de células fotosensibles, encargadas de percibir los colores y absorber mayor cantidad de luz.
En los reptiles se puede encontrar un par de parpados móviles que pueden estar fusionados como en el caso de muchos lagartos, o no, como en los cocodrilos. También pueden presentar los parpados fijos y transparentes. Adicionalmente, como órganos de los sentidos de los reptiles, se puede encontrar una estructura llamada membrana nictitante, que hace la función de un tercer parpado, protegiendo los ojos. A diferencia de los parpados, la membrana nictitante le permite al individuo conservar su rango de visión, principalmente debajo del agua, como es el caso de los cocodrilos.
En los reptiles los sonidos generalmente son percibidos por la vibración del tímpano gracias al aire, de ahí que en muchos grupos de reptiles la membrana timpánica se visualice sobre la superficie de la cabeza. En el caso las serpientes, la ausencia de oído externo, tímpano y trompa de Eustaquio hace que estos reptiles sean casi sordos, sin embargo son sensibles a las vibraciones del suelo ya que presentan un oído medie e interno que les permite captar este tipo de estímulos.
En los cocodrilos se presenta una pequeña hendidura sobre los ojos, por donde ingresa el sonido. En los lagartos ocurre algo similar que en los cocodrilos. En ellos se puede evidenciar la membrana timpánica, y las “orejas” presentan un acoplamiento a través de la faringe. Este acoplamiento posiblemente mejora el proceso de señales de baja frecuencia, haciendo que estos organismos perciban fácilmente sonidos muy leves. Las tortugas semiacuáticas perciben con mayor precisión las vibraciones sonoras, mientras que en las terrestres el sentido de la audición es casi inexistente, y estas se guían principalmente por las vibraciones del suelo.
En los órganos de los sentidos de los reptiles, el olfato juega un papel importantísimo, ya que este les favorece a la hora de capturar sus presas. Las serpientes tienen el órgano de Jacobson (también conocido como órgano vomeronasal), el cual es el encargado de analizar las moléculas dispersas en el ambiente que capta la lengua bífida. En lagartos también se presenta este órgano, permitiéndoles el reconocimiento de presas, enemigos y compañeros sexuales. En las tortugas este órgano confluye con la cavidad nasal y es vestigial en el caso de los cocodrilos. En las tortugas el órgano vomeronasal está muy desarrollado, funcionando incluso debajo del agua, donde puede percibir un sin fin de moléculas.
Adicionalmente a la quimiorecepción, las serpientes tienen a parte de los órganos de los sentidos de los reptiles stricto sensu, otro sentido muy importante: la termorrecepción. Esta habilidad sensorial les permite a las serpientes identificar sus presas o un posible predador al detectar su calor corporal. Los receptores de termorrecepción se ubican en fosetas alrededor de las narinas en vipéridos y en la zona labial en boas.
El sentido del gusto también forma parte de los órganos de los sentidos de los reptiles, este es similar al del resto de los vertebrados, actuando a través de la quimiorecepción, de manera similar al olfato, pero esta vez a través de papilas gustativas en la lengua y otras regiones de la boca. Encontramos este sentido muy desarrollado principalmente en cocodrilos.
Algunos animales pueden ver más allá del rojo, o sea en el infrarrojo, como algunos reptiles, o que otros pueden ver más allá del violeta, o sea, en el ultravioleta, como las abejitas. Sin olvidar a las águilas, que distinguen a un conejo a 3 kilómetros de distancia. Sin embargo, ¡aún hay más! Y aquí aparece la genial mantis marina. Es un animal que vive en el fondo del mar y cuyos ojos son algo extraordinario.
No tiene tres receptores para el color, como nosotros los humanos, ni cuatro, como algunas aves y peces que ven el ultravioleta (incluido el pez dorado)... no, tampoco cinco, ni seis… tiene 16 receptores distintos! (¡wow!). O sea, su mundo es de un colorido increíble, tienen receptores para cuatro matices distintos de ultravioleta, y además, pueden distinguir la luz polarizada, porque también tienen cuatro receptores para eso. Es más, la manera en que los ojos de la mantis marina tratan la luz polarizada, está inspirando la creación de una nueva generación de blu-ray, pues lo hacen de una manera mucho más eficiente de lo que el ser humano ha hecho alguna vez. Y además, cada ojo se mueve en forma independiente y se puede mover en casi 360°, pues está montado sobre una antenita. ¡O sea, se pasó! Los humanos quedamos como vulgares topos a su lado.
- Oído poderoso
Un sentido que es “derivado” del oído, pero que se reconoce como algo aparte, es la “ecolocalización”. Como vimos en la gran película “ Buscando a Dory”, es algo que algunos delfines tienen (les permite incluso ver dentro de los organismos). Y que también tienen los murciélagos. Y claro, Daredevil.
Consiste básicamente en emitir ultrasonidos, y luego, crear una imagen mental del mundo, a partir de la forma en que esos sonidos rebotan y llegan de vuelta a nuestra cabeza. Idéntico a un radar, pero muchísimo más sofisticado. Tanto, que le permite a un murciélago volar a 60 km/h sin problemas en la oscuridad. ¡Hagan lo mismo en una moto! No, no, era solo una expresión… ¡¡no lo hagaaan!! Porque no somos murciélagos y podemos chocar.
Olfato y gusto sin igual
El olfato y el gusto son sentidos parecidos, pues se trata de la percepción de sustancias químicas disueltas en un medio. La diferencia, para los humanos, es que el olfato percibe sustancias disueltas en el aire, y el gusto, en el agua. Pero los animales superan largamente al ser humano… por ejemplo, el macho de las mariposas nocturnas o “polillas”, pueden detectar una sola molécula de feromona femenina… ¡a varios kilómetros de distancia! (tal como dijo el profesor Rosa alguna vez.). ¡Ah! y los ratones huelen en estéreo. Así tal cual. Tienen receptores distintos para cada fosa nasal.
En cuanto al sentido del gusto, el rey es el bagre, pez gato o catfish. ¡Es una lengua con aletas! ¡Literalmente! Pasa que toda su piel, está cubierta por 175 mil receptores químicos, que le permiten “saborear” todo en el agua que le rodea a una distancia de cinco metros. Como comparación, el ser humano “sólo” tiene 10 mil receptores, y en un solo lugar - la lengua - no en todo el cuerpo. ¿Se imaginan como sería ir a un restaurante así?
Sentidos que no tenemos (y que querríamos tener)
Y ahora, vienen los sentidos que los humanos no tenemos, pero que sería genial tener... ¡bueno, si no viviéramos en un mundo tan lleno de aparatos electromagnéticos!
- Electrorrecepción
Consiste en percibir la electricidad del mundo que nos rodea. ¡Sí, como un medidor de luz! Ustedes se preguntarán para qué sirve semejante sentido. Pues para muchas cosas, por ejemplo, el ornitorrinco (como Perry), percibe el campo eléctrico que dejan los músculos de sus presas al activarse. Además, puede detectar la intensidad y la dirección en la que se desplazó este campo eléctrico, por lo que puede encontrar fácilmente a sus presas.
¿Se acuerdan del abejorro? ¡Sí, el mismo que “ no puede volar”! Pues además de desafiar a la ciencia, el abejorro utiliza la electricidad. Esto es muy lindo: al volar, el abejorrito se carga eléctricamente (o sea tiene carga positiva), en cambio, las flores tienen carga negativa (en realidad, están conectadas literalmente a tierra). Entonces, los pelitos que cubren su cuerpo, reaccionan a esta diferencia de cargas, y guían al abejorro hasta la flor. Y cuando están ahí, la carga de la flor cambia, lo que avisa al resto de abejorros, que esa flor ya fue “ocupada”.
Finalmente, el tiburón posee un sistema muy sofisticado: el mejor conductor producido por un ser vivo, la gelatina de Lorenzini. ¡Pero ojo que es conductividad de protones, algo muy inusual!. Esta sustancia recubre una red de poros sensibles a la electricidad, llamados ampollas de Lorenzini (¡Se ve que al señor Lorenzini le interesaba el tema!). Con estos órganos, el tiburón puede sentir diferencias mínimas de carga eléctrica entre su presa y el agua que le rodea, permitiéndole orientarse incluso en las aguas más oscuras y tenebrosas. Incluso puede sentir el latido de un corazón, si uno se esconde bajo la arena. Además, gracias a este sentido, pueden detectar las corrientes marinas a distancia, ¿qué tal?
- Magnetorrecepción
Algunos animales poseen literalmente una “brújula” interior. Tienen cristales de óxido de hierro (magnetita) dentro de ellos, y los utilizan para detectar los campos magnéticos, en especial de la tierra. Un ejemplo “clásico”, es el de las palomas.
El año 2004, se comprobó fuera de toda duda, que las palomas utilizan el magnetismo para orientarse. Se trata de un sistema donde hay cristales de hierro en el pico de la paloma, cuyas señales son recolectadas por el nervio trigémino, que las lleva al cerebro. Es exactamente el mismo sistema utilizado por la trucha arcoiris para orientarse… lo curioso, es que si bien se ha comprobado que al aplicarles imanes en los lugares donde está ubicado el sentido, efectivamente se desorientan, no ha sido posible encontrar los cristales de hierro, pues aparentemente son de tamaño molecular. Y además, porque la sangre está llena de hierro (es lo que le da su color rojo). Sin embargo es claro que ese es el sistema que utilizan, al igual que las gallinas domésticas.
También las hormigas utilizan el magnetismo para ubicarse, y las abejas se orientan en su retorno a la colmena, no sólo a través de la posición del sol, como nos enseñaron alguna vez en el colegio, sino que también utilizando el campo magnético de la Tierra. Pero no se sabe bien cómo funcionan... La teoría más popular, dice que utilizan anillos de óxido de hierro en sus abdómenes, los que se mueven de acuerdo al campo magnético, y les permite orientarse. Otra teoría, dice que se trata de una reacción química originada por la luz del sol, que genera productos sensibles al magnetismo. Nuevamente, la ciencia no sabe cómo ocurre… pero a la abeja no le importa, lo hace igual.
Y aunque no lo crean, los seres humanos también tenemos magnetita en nuestro cuerpo, específicamente en el hueso craneal etmoides, ubicado justo atrás de la nariz y entre los ojos. Pero nadie sabe si realmente nos sirve de algo.
- Velocímetro
¿Cómo dijo? Tal cual: velocímetro. Los murciélagos tienen unos pelitos especiales, que le permiten saber a qué velocidad se mueve el aire (en serio, aquí está el paper con la investigación), y por lo tanto, a qué velocidad están volando, y de esa forma, pueden controlar mucho mejor su desplazamiento. ¿Qué es un sentido un poco inútil? ¡Prueben a volar a 60 km/h en la oscuridad, y verán si es inútil!
- Detector de fuego
Ya, ya, ustedes van a decir que esa no es ninguna gracia, y que cualquiera puede sentir el fuego, o verlo si se acerca. ¿Pero qué me dicen de detectar un incendio a 80 kilómetros de distancia, sin usar los ojos ni sentir su calor? Pues es lo que hace el escarabajo joya. Posee sensores infrarrojos en su tórax, tan delicados que incluso el ejército de EE.UU. se está inspirando en ellos para hacer su propia tecnología. ¿Y de qué le sirve esto?
Pues de mucho, porque este escarabajo, pone sus huevos en los árboles calcinados, donde ya no queda ningún depredador que lo amenace.
- Medidor multifacético
Terminamos con el narval, que es el unicornio de los mares. Si no lo ubican, es ese enorme cetáceo del ártico, que tiene un cuerno enorme que sobresale dos metros y medio de su cabeza. Pero ese cuerno, no es realmente un cuerno. Es un diente. Más precisamente un colmillo. Ese colmillo, tiene 10 millones de terminaciones nerviosas. Durante mucho tiempo, se pensó que le servía quizás para cazar. O para algún extraño tipo de cortejo ritual (¡en serio!). Pero no. Se trata de un complejo conjunto de sentidos.
Los estudios científicos, indican que una de sus características, es detectar los cambios en la salinidad en el agua. ¿Y de qué sirve eso? Pues mientras más salina el agua, es más probable que esté descongelada. Y ese es un conocimiento esencial, si vivimos en el Ártico, bajo el agua, y necesitamos salir a respirar por los agujeros en el hielo.
Además, con su “diente mágico”, pueden detectar la temperatura del agua, y su presión. O sea, también saben a la profundidad a la que nadan. Y más encima, pueden detectar la presión del aire. O sea, también sabrán cuando va a nevar. Nada mal, para un “cachito”.
Tomado de Lopez (2016) Súper poder animal: los increíbles sentidos que no tiene el ser humano. Publicado en El Definido.
Actividad semana de 24 al 26 de Marzo, la actividad se debe enviar a más tardar el jueves 26 de marzo, ya que el 27 debo subir notas definitivas de primer periodo.
1. Con base en la lectura y los vídeos ¿Qué información te parece interesante?¿Porqué?
2. ¿Cual es el sentido más importante?¿Porqué?
3. ¿Cómo seria la vida si no tuviera ningún sentido a su disposición?
4. ¿Qué medidas debemos tomar para cuidar cada uno de nuestros sentidos?
5. Averigua en qué consiste: la miopía, el astigmatismo, otitis, hipogeusia, hiposmia, anafia.
6. Has sufrido de alguna afección a algún sentido? Cual? Qué cuidados debes tener frente a dicha afección?